Memoriza esto: “el problema del sistema educativo no es el
que crees”. Con frecuencia leo que el
sistema educativo solo prima la memoria, soldar a tu mente una serie de
parrafadas que regurgitarás en el momento oportuno para ir olvidándolas. Sin
embargo, se escapa de esa reflexión el motivo de esa práctica tan habitual.
La prueba que debes superar en todos los cursos es un examen
que debes rellenar con la información que sepas en aras de que quede lo más
completo y correcto posible. Pero no está aquí la causa de la memorización como
se suele exponer. Que haya un examen donde volcar todo lo que sepas no es un
fallo del sistema que te obligue a memorizar. La razón de usar la memoria es multicausal
(más adelante explicaré causa por causa) pero es independiente de que haya un
examen.
¿Hace falta una prueba? Imaginaos que en vez de un examen de
Historia, debéis hacer un examen de conocimientos sobre vuestra serie favorita.
No usaríais la memoria. Empezaríais varias semanas antes del examen a re-ver la
serie, a buscar información, a haceros unos apuntes y a memorizar pequeños
datos que, después de volcarlos en el examen, seguramente sigáis recordando.
Si se os da bien leer entre líneas, habréis visto como “motivación”,
“implicación”, “esfuerzo” y otros términos emanan de dicho ejemplo, aunque no
es ahí donde quiero dirigir mi explicación.
Una vez expuesto que el problema no es un examen, quiero
recalcar que memorizar no es la
herramienta que el sistema promueve, sino la opción última y más “sencilla y
cómoda”. Que tú para un examen decidas memorizar es por un cúmulo de fallos,
tuyos, de tus primeros años, del sistema y otros ajenos a cualquier ente
existente.
Llega el momento de explicar las causas que mencioné, para
lo que es necesario explicar ciertas nociones.
¿Dónde pensáis que comienza la desigualdad? ¿En el momento
en que necesitas dinero para seguir estudiando? ¿En el momento en que según
recursos vas a educación pública o privada? Antes. La desigualdad comienza
desde que naces.
¿Por qué memoriza un alumno? Como he dicho, como última
opción. La idea no es memorizar, es que
se aprenda, se entiendan y asimilen conceptos que se plasmen con soltura y
buena expresión en un examen. Y se supone que esta capacidad la tienen todos
los alumnos por igual, pero nada más lejos de la realidad.
Como decíamos, la desigualdad empieza al nacer. La lectura
en edades tempranas es vital. Hay numerosos estudios que aseguran una gran
correlación entre niños lectores y mayores capacidades expresivas y cognitivas
en el futuro. Pero no solo en ello,
también la educación en casa, ayudar al niño a reflexionar por sí mismo y los
recursos que le proporciones para el aprendizaje son vitales.
Donde nazcas influye enormemente en tus capacidades. Un niño
de una familia de pocos recursos tendrá más difícil acceso a libros y a
material didáctico, y los padres, menos tiempo para educar y motivar al niño
debido a horarios de trabajo generalmente más extensos. A eso hay que sumar
que, si a esos padres no les transmitieron o les consiguen transmitir los
beneficios de la lectura, no se preocuparán porque su hijo lea.
Comparad esto con una familia de amplios recursos, donde el
niño tenga a su disposición mucho material didáctico, o que alguno de sus
padres pueda quedarse en casa y guiara de cerca su educación.
¿Se ve clara la enorme desigualdad de condiciones? Y eso sin
entrar aún en la escuela. Tras esos primeros años, ambos niños van a la
escuela, pero uno tiene unas condiciones de base enormemente más desarrolladas
que el otro. Y así pasan los cursos, y el nacimiento sigue afectando. Unos
padres con menos formación tendrán menos tiempo y facilidad para ayudar a sus
hijos con los deberes y eso les hará retrasarse en clase.
Este es el gran fallo del sistema educativo. La
escolarización debe servir para equiparar la preparación de base que traen los
niños. Debe asegurar la igualdad de oportunidades; dedicar más tiempo a los
niños más rezagados. ¿Qué pasa? Seguramente lo supongáis. Para ello se tienen
que dar muchas condiciones, pero hay dos que considero vitales. Primero, la
formación de los maestros. Magisterio debe ser una carrera de excelencia y no
un comodín. Tienen en sus manos el futuro de las generaciones o, al menos, la
mitad de él. Segundo, la saturación. Es casi un suicidio tener clases de
infantil y primaria con más de 20 alumnos. De nada sirve tener excelentes
docentes si tienen tanta carga de alumnos porque serán incapaces de satisfacer
las necesidades propias de cada niño, de equiparar la desigualdad que traen a
la escuela.
Y aunque nos hemos desviado un poco, era necesario porque
este es el foco del problema inicial de este ensayo. La incapacidad del sistema
(o más bien, de la dotación del sistema) provoca que alumnos de familias con
menos recursos o, simplemente, de familias donde la lectura no es importante,
asciendan de curso con un gran retraso
con respecto a algunos compañeros y lleguen a un nivel donde los conocimientos
que deben asimilar les superan. Y dando gracias, pues a excepción de Filosofía
y Matemáticas, prácticamente todas las asignaturas pueden aprenderse de
memoria.
Esa incapacidad es lo que lleva a la memorización. La memorización es una consecuencia del
fallo del sistema, no el fallo del sistema. El sistema está hecho para que
consigas aprender, asimilar los conceptos y saber manejarlos; para que no
tengas que memorizar nada más que datos puntuales, pero que aun memorizándolos,
se queden después de la prueba.
Como hemos dicho, ¿qué puede hacer un alumno poco atendido
ante la enorme necesidad de abstracción, comprensión y resumen que requiere
ciertos cursos de la E.S.O o de Bachillerato? Nada más que forzarse a engullir
las letras de un libro de texto que no es capaz de descifrar en su totalidad.
Memoriza y escupe. Y lo que es peor, olvida. Y ese niño no es menos culto o
inteligente que otros, sino menos capaz. Pero parece que no será nada por no
poder superar un examen donde su capacidad de memorizar le falló, capacidad que
es su única arma, y no por su culpa.
Ahora bien, el cuartelillo ya ha sido dado y toca abordar
brevemente otro tema. Los alumnos. No todos los alumnos que memorizan lo hacen
por imperativo, sino por comodidad. El sistema está hecho para superarlo
aprendiendo contando con el esfuerzo y la dedicación del alumno. Pero… ¿para
qué? ¿Para qué emplear pequeños periodos de dos semanas cuando puedes emplear el tiempo completo de un solo día para un
resultado semejante? Este es otro punto nuclear del problema. Los hábitos de
estudio se descuidan tanto que muchos alumnos no tienen ninguno porque jamás
les han guiado en ellos. Para evitar la memoria pura es necesario resumir,
condensar y extraer la información a aprender. Esto requiere condiciones
previas que ya hemos explicado, pero también voluntad. Y entramos en un círculo
vicioso: Por el sistema, se acaba memorizando; por memorizar, no se aprende; y
si no se aprende, ¿qué voluntad voy a tener?
Es muy injusto y complicado tener que aportar voluntad para
contrarrestar los defectos del sistema, pero si se quiere aprender, es lo que
hay que hacer. Y ya no hablemos si tus condiciones de nacimiento han provocado
que tengas menos capacidades. Memorizar en bloque no sirve de nada. Hacerlo el
día de antes de golpe, menos aún. Mi humilde consejo es que subrayes la
información y hagas un resumen. Eso obliga a que tengas que abstraer y
condensar la información, que se te aloje en la cabeza en vez de hacerla entrar
a empujones. Si te aplicas, conseguirás que ciertos conceptos, con solo poner
el nombre y una línea, a tu cabeza llegue toda la información referente a él
por el proceso previo que has hecho. Y eso sí que no se olvida.
Solo hay una cosa peor que un sistema malo, y es alguien que
se resigna a él.
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